Jessie, una guacamaya domesticada que escapó de su hogar y estuvo tres días en el tejado de una casa cercana en el distrito de Edmonton, del municipio londinense de Enfield (Reino Unido), le gritó ¡vete a la mierda! A un bombero que –siguiendo el consejo del dueño del ave-, le dijo que la amaba para tratar de ganarse su confianza y poder rescatarla.
El propietario del colorido animal, ya había intentado recuperar a su mascota en varias ocasiones desde que se fugó el pasado fin de semana, e incluso optó por solicitar ayuda a especialistas en tratamiento de animales, pero éstos tampoco consiguieron convencer a Jessie a que bajara del tejado.
Tras la testaruda actitud de la guacamaya, su amo temió que el ave estuviese herida y decidió contactar al cuerpo de bomberos para poder “salvarla”. Las acciones de rescate se dieron el pasado lunes, pero tampoco tuvieron mucho éxito.
“Dile ‘te amo”, fue la recomendación que ofreció el hombre al bombero, para persuadir a Jessie. Efectivamente, el especialista en labores de rescate atendió al llamado del dueño de la guacamaya y, sutilmente, juró amarla.
Casi convencida por las palabras que esbozó aquel extraño uniformado, parado sobre una escalera a varios metros del suelo, el ave respondió a la muestra de afecto con un “yo también te amo”, pero, para sorpresa del bombero, la frase rápidamente se ahogó con una oleada de insultos.
Tres son multitud
Jessie, haciendo gala de algunas de las características típicas de su especie –imitadora nata de vocalizaciones humanas y sobre todo, fiel-, espetó un último: “¡vete a la mierda!”, y voló de regreso hasta el lugar donde se encontraba su amo.
Irónicamente, la graciosa escena, que concluyó con el asombro del bombero –quien quedó frío y perplejo tras las cuatro palabras que gritó el animal-, e innumerables risas por parte de los allí presentes, transmitió además un sublime mensaje que se puede expresar fácilmente a través de algunos refranes conocidos en tierras latinoamericanas -donde suelen habitar estas aves pertenecientes a la familia de los loros-, como por ejemplo: “en problemas de marido y mujer, nadie se debe meter”.
Las guacamayas suelen ser afectuosas con otros miembros de su especie y -en el caso de las aves que son domesticadas- con las personas que las crían, además de ser curiosas, entre otras características que las identifican, siendo la imitación de voces humanas la más resaltante de ellas, por lo cual son entrenadas para repetir determinadas frases. Si presienten algún peligro emiten sonidos para alertar a su círculo de familiares o, sencillamente, regresan a su nido para estar a salvo.