El tiempo, su relatividad, se dice que aquellas cosas que nos hacen sentir feliz pasan muy rápido y las que nos hacen sufrir, parecen detenerse, sin embargo lo cierto es que el tiempo no se detiene, sigue su implacable curso, ni por amor ni por dinero, como diría el cantautor panameño Ruben Blades, siempre a su paso constante, alguna huella nos dejó, a veces cicatrices, a lo largo del tiempo, la humanidad ha mirado al cielo, y lo más cercano que tenemos es la Luna, si ella, inspiradora, emotiva, a lo largo del tiempo allí esta , mirándonos, a cantantes y poetas deleita y entristece, a científicos apasiona, quienes más cerca la ha visto y los únicos mortales en pisarla fueron los tripulantes de la misión espacial de la nasa apollo 11, que en el año de 1969, se aposentaron en su seno, hasta ese entonces, ella era virgen, la que influye sobre las mareas en los océanos de la tierra y hasta en nuestras emociones.

El 31 de enero nos mostró sin pudor y con mucho éxtasis su desnudes la luna, pudimos observarla y disfrutarla, hasta amarla, estábamos pues ante un fenómeno que no se nos presentaba desde hace más de 150 años.