Hay todo tipo de padres, desde los fríos y ausentes hasta los cariñosos y sobreprotectores. El siguiente vídeo, que se ha hecho viral en las redes, muestra un buen ejemplo de un padre bromista.

En el vídeo se puede ver a un padre retando a su hija a una especie de competencia. El hombre de rama un poco de agua frente a la niña que está sentada en el suelo. La desafía a pincharle la mano con un tenedor antes de que él pueda limpiar por completo el pequeño charco de agua.

La niña acepta, nada más fácil ¿verdad? El Padre toma un trapo y hace el conteo regresivo: 3, 2, 1. Pero en vez de intentar secar el agua con la toalla, la arroja a la cara de la niña y la hala por lo pies. La niña emite un grito de sorpresa al sentir que sus posaderas se mojan al pasar sobre el líquido derramado.

El vídeo termina con la risa de una mujer en el fondo (sospechamos que es la madre, complice de la broma) y la niña mirando entre confundida y divertida hacia la cámara.

Vea el vídeo haciendo clic aquí: Este padre desafió a su hija ¿Adivinas qué pasó?

Los niños desarrollan su sentido del humor imitando a sus padres. Los psicólogos de la Universidad de Cardiff (en el Reino Unido) han descubierto que los niños aprenden a reconocer el comportamiento obviamente divertido cuando apenas rondan los 18 meses.

Pero las bromas son más difíciles de identificar que un simple chiste. Los niños tardan mucho más en darse cuenta de ellas. Con frecuencia, entienden las bromas como errores y no se dan cuenta de ese tipo de humor mordaz hasta la edad de dos o tres años.

Los padres pueden ayudar a sus hijos a desarrollar el sentido del humor. Por ejemplo, pueden modificar el tono de voz cuando están haciendo un chiste para que el niño pueda comprender claramente que están bromeando.

La doctora Meredith Gattis, del departamento de psicología de la Universidad de Cardiff, afirma que en los estudios realizados por su equipo: “cuando pusimos sobre nuestra cabeza un peluche y nos reíamos, la mayoría de los niños de entre 19 a 24 meses se dieron cuenta de que era una broma y la copiaron”. Pero, cuando uno de los psicólogos fingía escribir con el lado equivocado del lápiz y ponía cara de decepción, la mayoría de los pequeños pensaban que se trataba de un error e intentaban corregir al investigador.

El estudio, que forma parte de un proyecto de 10 años en el desarrollo del niño, examinó la importancia de mimetismo para el aprendizaje de los niños.

Ahora es fácil comprender porque la pequeña del vídeo queda tan confusa. Todavía le cuesta entender que ha sido víctima de una broma paternal.