De manera intencional o inconsciente todos comenten pequeños robos que socialmente son aceptables, pero que de una u otra forma están mal. Estos robos hormiga no tienen castigo, pero deberíamos dejarlos atrás.
De manera intencional o inconsciente todos comenten pequeños robos que socialmente son aceptables, pero que de una u otra forma están mal. Estos robos hormiga no tienen castigo, pero deberíamos dejarlos atrás.
Llegar a casa de tus amigos es sinónimo de robos hormiga, claramente sin la intención de afectar al dueño de la casa. Tú entras, te diriges al refrigerador y tras observar el panorama tomas una cerveza como si fuera de tu propiedad.
Pides una cucharada o una "mordidita" cuando alguien más está comiendo cerca. A mí me gusta compartir, pero la mayor parte del tiempo planeo comerme hasta la última mordida de mi emparedado.
Si tienes el privilegio de vivir independiente a la casa de tus padres, seguramente conoces esto muy bien. Vas a casa de tus padres y en la visita te percatas del fantástico pastel que tienen en la nevera, así que como estas cosas regularmente no las mantienes en casa te lo comes.
Pides que te inviten con la falsa promesa de que en el futuro tu devuelvas el favor. A tus amigos no les molestará, al principio, pero si nunca llega ese "a la próxima" estos se cansarán.
Cualquier prenda es objeto de robos hormiga. Desde el pantalón que pediste a tu hermana o la camisa que le quitaste a tu papá, siempre hay una prenda que pasará por tus manos.
Ofrecer pagar cosas pequeñas a otros que te las facilitan, con la esperanza de que te digan: "no te preocupes, no es nada". Es mejor pedir un favor a ofrecer falsamente el pago por algo burdo. No hay nada más exasperante que un "¿cuánto te debo?".
Prestas dinero, consciente de que no lo pagarás. Le dices a tu hermano mayor o a tu novio cosas como "me prestas tres pesos para un cigarro", consciente de que no es un préstamo, sino un patrocinio sin vistas a futuro.
Invitas a alguien a comer, pero a la hora de pagar te haces por completo de la vista gorda. Una de las variantes de este se centra en optar por no invitar y pagar cada quién, puede que a la otra no le importe, pero sí ofreces algo, cumple.