Luego de la decepción tras dejar escapar dos goles de ventaja en el segundo tiempo y ser derrotados en la última jugada, la delegación nipona se retiró por la puerta grande manifestando una elegante educación. El recinto donde la selección de Japón se cambió y vistió quedó pulcro, limpio como si nunca hubiera pasado alguien por allí y con un mensaje de ‘gracias’, muy distante de lo que normalmente ocurre con el resto de las selecciones de cualquier categoría.

Los futbolistas japoneses se llevaron un enorme respeto futbolístico en el campo del Rostov Arena al tener al borde del KO a la poderosa Bélgica, pero también se ganaron el corazón y el amor de todo el mundo por su pulcra y humilde marcha al dejar reluciente el vestuario del Mundial de futbol Rusia 2018.