El español encarriló un partido increíble, luego lo tuvo cuesta arriba y al final remontó para meterse en las semifinales de Wimbledon 2018, en las que se enfrentará a Djokovic. Algo más de diez años después de vencer por primera vez en el Grand Slam británico, en aquella final contra Federer calificada por muchos como la mejor de la historia, Rafa Nadal ha escrito otra página de oro en los cuartos de final de la edición 150 del torneo.
El español y Juan Martín del Potro, excelso oponente que le puso las cosas muy difíciles con 77 golpes ganadores (33 de saque directo), al contrario de lo que había ocurrido no hace mucho en Roland Garros. Dicen que la hierba iguala, y se ha visto este miércoles en este partido. Nadal lo encarriló primero, luego lo tuvo cuesta arriba y al final remontó de manera memorable (7-5, 6-7 (7), 4-6, 6-4 y 6-4 en cuatro horas y 47 minutos).
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Ahora se enfrentará a Novak Djokovic en las semifinales. Será el capítulo 52 de su rivalidad, con 26-25 para el serbio, el tercero en Wimbledon (1-1). Nadal no había perdido ningún set antes de vérselas con Del Potro. Nunca antes lo había logrado hasta cuartos. Sigue invicto contra él en hierba, y sin Federer en el camino, tiene una gran oportunidad de ganar su 18º Grand Slam, tercero en el All England, y quedarse a solo dos del suizo. Haría por tercera vez en su carrera un doblete París-Londres.
Instantes después de que Wimbledon viera partir al ocho veces campeón, eliminado por Kevin Anderson en la pista 1 tras contar con dos sets de ventaja y una pelota de partido, Nadal cedió por primera vez su servicio ante Del Potro en la Central y dejó al argentino con 5-4 arriba en el segundo parcial, para igualar el encuentro Delpo, desaprovechó la oportunidad, penalizado por una doble falta por allí el balear contó con cuatro pelotas para tomar una ventaja sustancial en el partido que no perdería.
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Perder con 33 'aces'
A un mes de su enfrentamiento en las semifinales de Roland Garros, volvieron a verse las caras. La superficie igualaba las cosas en favor de Del Potro, en hierba pesan más su magnífico servicio y su derecha plana y a su adversario le resulta más difícil puntear sobre un revés debilitado por la dramática cadena de percances físicos. Fue, así, una confrontación mucho más abierta, con 33 saques directos del argentino.
La perseverancia dio alas a Del Potro, que mejoró y se comportó como una roca en el tercer set. Seguro, con pocos fallos (8) y más del doble de golpes ganadores que su rival (16-7). Agresivo y valiente aventajo a Nadal con una rotura para el 6-4. Momento para un luchador infatigable que no pensaba entregar el partido. Desde entonces, se animó constantemente, con cada punto ganado, con la furia incontenible que le ha llevado a levantar ya 17 títulos de Grand Slam. Minimizó los fallos, se creció y aunque no aprovechó sus dos primeras opciones de igualar el partido al resto, con su servicio y un salto marca de la casa cerró el 2-2.
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Un final electrizante
Entre resbalones de uno y otro, y hasta una aparición del español en la grada, cuando intentaba devolver una bola imposible, se consumió la tarde-noche. Nadal, cerca de su más alto nivel, hizo maravillas, atacó para contrarrestar la intensidad de Del Potro; No iba a ser sencillo, porque en lucha no es fácil vencer al argentino, que no dudo en revolcarse por la hierba las veces que fuera necesario.
Poco después y tras un par de resbalones, con otro revés ganador se colocó con 3-2 y servicio. Luego salvó hasta cinco puntos de break y con una banana shot increíble, su famoso drive, que certificó con una volea en la red mientras Delpo rodaba por el suelo. El público despidió con una gran ovación a los dos tenistas, que se abrazaron agotados, puestos en pie, un partido fantástico que se recordará por mucho tiempo.