El futbolista, Vinicius, ha salido de las sombras, tras sus dos goles con el Castilla al Atlético de Madrid B le han devuelto al primer lugar que le negó Julen Lopetegui enviándole al segunda fila. El técnico no le encuentra sitio en la primera plantilla, o no quiere, pese a que la afición pide verle defendiendo la camiseta primer equipo y no jugando en campos menores donde su habilidad puede poner en riesgo su integridad.
«El resto que se apañe, yo he venido a hacer mi parte. La parte que me toca, la que me corresponde, la que otros han decidido que es la mejor para mi carrera, mi adaptación». Algo así debió pensar Vinícius antes de saltar sobre el césped del Cerro del Espino. «Sal y resuelve». La frase que tantas veces ha escuchado en el banquillo, la interiorizó desde el primer minuto por voluntad propia. Y porque Lopetegui estaba en la grada… Observando, tomando nota y tragando saliva. Sabía que si brillaba renacería el debate sobre la planificación ideal para pulir a su perla más joven.
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En el Real Madrid los minutos están más caros que nunca. El entrenador vasco tuvo la oportunidad de ver en directo los destellos de Vinícius. A pesar de que en Segunda B es difícil desarrollar el juego vertical, osado y ofensivo al que está acostumbrado el brasileño, se apañó para desmarcarse de la férrea defensa colchonera y aprovechar los huecos vacíos, su especialidad.
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La mordida en la cancha
Antes de que le mordieran la cabeza ("ehhh... ¿quién te crees que eres?", significaba), Vinícius marcó dos goles. Dos golazos. Feliz, sonriente, con el semblante de quien sabe que puede hacer más pero con la satisfacción del deber cumplido.
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No paró de pedir el balón y reclamó de las faltas a las que lo sometieron los jugadores del Atleti B. Estuvo metido en el partido, enchufado. A sabiendas de que, si todo va bien, su lugar será otro. Soportó impasible los insultos desde la grada. Tal vez porque no le perdonan que haya costado 45 millones de euros a su equipo mientras todos los del grupo donde juega apenas pasa de la mitad. Una dificultad más que a Vinícius ni le preocupa.
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Está enfocado en jugar, disfrutar, mostrar su fútbol y tener oportunidades. Hasta entonces, marca, sonríe y se adapta a una nueva realidad ¿Inesperada? Rodeado por los suyos, salió del estadio acorralado por algunas cámaras de televisión y niños con la camiseta del Atleti.