Recientemente el diario El País en su edición digital ha publicado un reportaje donde nos cuenta un poco más de la vida de ésta folclórica y extrovertida mujer, sin embargo, lo novedoso se encuentra en que han revelado un poquito de su vida cuando emigró de su país para comenzar su carrera musical. Celia Cruz conquisto los escenarios con su tradicional ¡Azúcar!, encendiendo una llama en el corazón de quienes la escuchaban. Un aspecto de su vida que pocos pudieran considerar es lo organizada y meticulosa que era, Celia se dedicó desde muy joven a coleccionar toda clase de documentos y papeles que hablaban sobre su vida, desde lo más mínimo. En cada viaje que realizaba guardaba contratos, cartas, periódicos, fotografías, carteles, entre otros. Al llegar a casa se los entregaba a dos señoras mayores emigrantes de nacionalidad portuguesa a quienes les decía por cariño “mis urracas”, quienes con gran cuidado archivaban todos los documentos de la cantante.
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Uno de los papeles que su albacea y último mánager, Omer Pardillo, guarda con más cuidado, (incluso en un banco) es su primer pasaporte cubano, con el cual viajó a Caracas en 1947 para realizar sus primeras grabaciones. Otro importante documento es el carnet de empleada del Hotel Habana Hilton, cuando participaba del espectáculo “El Caribe “en 1959, hotel que posteriormente fue renombrado Habana Libre y donde el presidente Fidel Castro tuvo su oficina unos meses. Para octubre de ese año la Policía Nacional Revolucionaria, le permitió a la cantante y su orquesta “La Sonora Matancera” abandonar Cuba en total libertad, por lo que tomaron un avión con destino a México para su exilio, éste evento que marco la vida tanto personal como profesional de la intérprete de “La vida es un carnaval”, también intensifico su tendencia de conservar cosas, dejando un gran legado. Que posee en gran parte Pardillo, otra se encuentra en el Smithsonian Institution y otra en la Universidad de Miami.
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