No soy papá todavía, pero algo si les voy a decir, el primer día de clases siempre era lo peor. Es más, el día antes del primer día de clases era una tortura. Las tareas, los trabajos, levantarse temprano y bañarse todos los días. ¡Qué pereza! Pero la verdad es que nunca nos ponemos a pensar en lo felices que hacemos a nuestros papás cuando se deshacen de nosotros.

Pasan más tranquilos y no se tienen que estar preocupando por nuestra seguridad. Media vez nos tiran en el colegio, ya pueden tomarse un tiempo para ellos mismos. Aunque la verdad a mí me preocuparía dejarlos en el colegio. No es como que hayan tantas alternativas la verdad, o les contratan a profesores para que se queden en la casa o no les enseñan ni a leer ni a escribir ni sumar ni restar, así de simple.

Vean cómo celebran estos papás el primer día de clase de sus hijos. Yo sé que eventualmente todos vamos a sentir lo mismo.