Una vez más el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump presenta inciertos en la planificación de la construcción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, luego que un informe emitido por la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés) advirtiera sobre la posible pérdida de dinero y tiempo.
Según el estudio que también incluye una evaluación completa de costos, este plan podría resultar no tan factible para ambas naciones. Por su parte, la agencia del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. (DHS) no ha realizado un análisis completo de los costos de construcción del muro, ni tampoco ha documentado adecuadamente sus planes para construir un tramo en el área de San Diego (California).
El nuevo Gobierno estadounidense le apuesta a la estrategia de construir una barrera física para combatir el problema de la inmigración ilegal y los terribles efectos que el ingreso de drogas provenientes de México está generando en su población, lo cual se traduce en que el consumo de heroína es la principal causa de muerte por sobredosis en los Estados Unidos.
La decisión de construir un muro para afrontar los problemas fronterizos con México, es un cambio radical en la política norteamericana, que pone en riesgo, como se lo plantaba el Senado al Secretario de Estado nominado Rex Tillerson en su proceso de confirmación, la profunda cooperación binacional en materia de seguridad que encuentra su origen y principal fuente de desarrollo en la Iniciativa Merida del gobierno, también republicano, presidente George W. Bush, con la que Estados Unidos le apostaba a la construcción de una frontera del siglo XXI con México, centrada en el trabajo conjunto por erradicar el narcotráfico, la corrupción y la violencia; fortaleciendo la justicia, la institucionalidad del Gobierno, la fuerza pública y el respeto por el Estado de Derecho en el país Azteca.
El Presidente Trump no sólo está construyendo un muro que lo separe de México; con sus políticas nacionalistas / proteccionistas anti-migratorias y en detrimento del comercio internacional, está implícitamente construyendo una muralla que lo separa de América Latina. Un mercado de más de 650 millones de personas que representa una oportunidad económica inmejorable para los productos norteamericanos, que al mismo tiempo suple a sus ciudadanos de bienes y servicios tan necesarios como apreciados.