A pesar de que el niño murió en febrero de 2017, apenas esta semana es que las autoridades han dado con la real causa de la muerte. El niño estuvo bañándose en una laguna de Mar Chiquita, a tan solo pocas semanas presentó fiebre, dolores de cabeza y vómitos, después fotofobia y sonofobia (intolerancia a la luz y el sonido), fue llevado a un hospital, donde los síntomas se agravaron presentado fallas respiratorias y hemodinámicas, deterioro del sensorio, convulsiones y encefalitis; hasta que finalmente murió. En aquel entonces los médicos diagnosticaron meningitis, sin embargo, después de varias interconsultas entre hospitales se determinó que el niño fue víctima de un caso de meningoencefalitis amebiana primaria (MAP) provocada por el parásito Naegleria fowleri, también conocido como la “ameba asesina” o “ameba come cerebros”. Este caso fue difundido al mundo por la Sociedad Internacional de Enfermedades Infecciosas (ISID), donde especificaron que es el primero que se registra en Argentina.

Sixto Raúl Costamagna, doctor en bioquímica y expresidente de la Asociación Parasitológica Argentina (APA), indica: “De ellas, una sola, la fowleri, es la que tiene capacidad para actuar como parásito. Cuando la persona se tira en forma brusca al agua, como hacen los chicos, la ameba se pega en las mucosas nasales y de ahí al cerebro son milímetros. Lo come, porque el cerebro que es lo que a ella le gusta. Si estuviese en el agua se alimentaria de bacterias, pero en el cráneo se come el tejido cerebral”. Esta infección es muy poco frecuente, en Estados Unidos sólo se han registrado 40 casos entre 2007 y 2016. Su tasa de mortalidad es de 97% y la única vía de entrada al cuerpo es la nariz, por lo que no se puede contagiar ni se adquiere al tomar agua contaminada.