Luego de la decepción tras dejar escapar dos goles de ventaja en el segundo tiempo y ser derrotados en la última jugada, la delegación nipona se retiró por la puerta grande manifestando una elegante educación. El recinto donde la selección de Japón se cambió y vistió quedó pulcro, limpio como si nunca hubiera pasado alguien por allí y con un mensaje de ‘gracias’, muy distante de lo que normalmente ocurre con el resto de las selecciones de cualquier categoría.
Los futbolistas japoneses se llevaron un enorme respeto futbolístico en el campo del Rostov Arena al tener al borde del KO a la poderosa Bélgica, pero también se ganaron el corazón y el amor de todo el mundo por su pulcra y humilde marcha al dejar reluciente el vestuario del Mundial de futbol Rusia 2018.
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Increíble cultura japonesa
En uno de los estadios, Rostov Arena, donde se disputa la Copa del Mundo, así como en los tres anteriores escenarios en los que ha jugado el equipo japonés, los aficionados se encargaron de recoger en bolsas de basura todos los desperdicios amontonados durante el partido y además, dejaron las gradas muy limpias. Lo inspirador fue no fueron los únicos ya que también los seguidores de Senegal fueron grabados limpiando las gradas tras los partidos de su selección.
La armonía en Japón parece basarse en orden y limpieza. La mayoría de las casas japonesas tienen retretes automáticos, al igual que los que en algunos restaurantes, aviones, trenes y hoteles. Además, los niños japoneses pasan entre 15 o 20 minutos al final de cada día limpiando sus salones de clases y escuelas. Esta misma costumbre se aplica al resto de la sociedad.
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Existen muchos carteles en la ciudad de Kyoto, en el que se resumen sus estrictas reglas de conducta en público: no comer mientras caminas, no fumar, no sentarse en el piso, no tomarse selfies, no tocar a las geishas y no tirar basura.
En los centros comerciales es una tarea muy difícil encontrar un basurero. Esto tiene dos razones: la primera es por medidas de seguridad. Sin basureros es más difícil esconder bombas en lugares públicos y la segunda es porque han establecido la idea de que la basura le pertenece a cada persona, es su responsabilidad llevársela a casa o cargarla hasta encontrar el sitio apropiado para desecharla.
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Allí la distribuyen en los múltiples basureros que cada hogar posee: uno, para los papeles; otro, para restos orgánicos; otro, para plástico; y otro, para botellas y latas. Cada tipo de residuo tiene a su vez un día de la semana asignado para la recolección.