La mirada de mis papás cada vez que cometí un error me lastimaba, en sus ojos podía ver una gran cantidad de emociones, enojo, decepción y frustración. Yo jamás fui muy aplicada y aunque lo fuera, parecía no ser suficiente, yo sé que ellos siempre estuvieron orgullosos de mis pequeños logros, pero siempre quise hacer algo grande.

Sin importar la edad, sexo de la persona, ni elecciones de la vida, la aprobación de nuestros padres siempre es importante y cuando ellos no lo aprueban se siente algo extraño. Recuerdo que un día me cansé y tuve el valor de hablarles, empecé por disculparme, porque sabía que mis esfuerzos eran mínimos, en ese momento me dijeron que dejara de hablar. Ellos me comentaron las razones por las que nosotros, los hijos, los hacemos orgullos sin pensarlo.